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domingo, 17 de noviembre de 2024

El Hospital de San Juan de Dios.


El Hospital de San Juan de Dios.
La fundación de este Hospital es consecuencia directa de la vida de uno de los santos más
importantes del barroco granadino. Juan Ciudad era vendedor de libros y natural de Sotomayor,
perteneciente al obispado de Évora (Portugal). Según sus hagiógrafos, en uno de los viajes desde Gibraltar a Granada se le apareció el Niño Jesús. Él lo portó a hombros pues le dijo que estaba cansado. Al llegar a una fuente el santo le pidió permiso para beber agua y el Niño, cobijándose bajo un árbol le mostró una granada y le dijo: “Juan de Dios, Granada será su cruz.”
Con esta frase queda explicado tanto el nombre del santo como las armas de la futura orden de Hospitalarios -la cruz surgiendo de una granada-. Tiempo después, en uno de sus viajes a Granada oyó
una predicación de S. Juan de Ávila y decidió cambiar su vida. Desde entonces se erigió como el apóstol
de la Caridad recogiendo enfermos y cuidándolos con las limosnas que recibía de multitud de granadinos.
En la lucha por tener un lugar digno para sus enfermos recorrió varias casas. El primer hospital
estuvo en la calle Lucena nº 34 con 46 camas. Pero pronto se quedó pequeño el espacio y decidió
trasladar el hospital a la calle Gomérez. En esta casa Juan de Dios vivió poco tiempo pues cayó enfermo. Pasó sus últimos meses en la
casa de los Pisa hasta su muerte acaecida el 8 de febrero de 1550.
La actividad de sus seguidores no cesó, más bien fue en aumento. Dos años después de su
muerte Antón Martín, su sucesor, se traslada por tercera vez, ahora de forma definitiva. Compra a los
jerónimos el terreno donde pensaban instalarse en un primer momento.
Los distintos autores no se ponen de acuerdo si el conjunto hospitalario fue totalmente realizado
por ellos o subsistía algún elemento de la etapa jerónima.
Para Gallego Burín “el edificio, asiento primitivo del Monasterio de S. Jerónimo, lo rehicieron los hospitalarios, y su portada, correspondiente a la iglesia de aquél, se construyó por el cantero Cristóbal de Vilchez, en 1609...”
Para Dña. Encarnación Isla el claustro renacentista fue herencia jerónima
Lo que más nos interesa del edificio hospitalario es el claustro con su hermosísima fuente central y el patio secundario, mucho más modesto, tanto en su arquitectura como en la fuente.
El claustro principal es de comienzos del siglo XVII. En la clave de un arco del segundo cuerpo del lado oriental se lee la fecha de 1622. Es de suponer que la fuente se colocaría al mismo tiempo que se construyó el claustro pues en la plataforma de Vico ya se distinguen los dos patios con sus fuentes.
El Claustro de S. Juan de Dios tiene una serie de elementos arquitectónicos,
escultóricos y pictóricos unidos entre sí para
expresar plásticamente la grandeza de su fundador. Arquitectónicamente se trata de un gran patio descubierto casi cuadrado (25x26,20m) rodeado de galerías. En cada
lado se abren 7 arcos de medio punto sostenidos por columnas de mármol con
capitel dórico. En las enjutas del arco central de cada lado aparece el escudo de la
orden. El número 7 posee un alto valor simbólico. Además de ser un número bíblico, es el número de las obras de misericordia e íntimamente
unidas a la vida del santo fundador. Juan Miguel Larios Larios hace notar que la práctica de estas obras
acerca al individuo a la perfección cristiana y se cumple en la persona de San Juan de Dios.
Las obras de misericordia se dividen en espirituales y corporales:
- Las obras de misericordia espirituales son: “Enseñar al que no sabe”, “Dar buen consejo a quien lo necesita”, “Corregir al que yerra”, “Consolar al triste”, “Perdonar las injurias”,
“Sufrir con paciencia las flaquezas de nuestro prójimo”, “Rogar a Dios por los vivos y por los difuntos”.
- Las obras de misericordia corporales son: “Visitar a los enfermos”, “Dar de comer al
hambriento”, “Dar de beber al sediento”, “Vestir al desnudo”, “Dar posada al peregrino”,
“Redimir al cautivo, “Enterrar a los muertos”.
Para afianzar esta carga simbólica, las paredes del claustro acogen lienzos y frescos con la vida del Santo.
El centro del patio no es ajeno a este lenguaje simbólico. La fuente reposa sobre una gran pila de
catorce lados y los angelitos del fuste miran a los cuatro lados del claustro. El número es múltiplo de siete y los putti unen con la mirada la perfección del círculo con el cuadrado del claustro.
La multitud de lados hacen que el mar parezca circular. La pared de la pila es ligeramente ondulada con remate plano y ancho.
Es curioso ver las grapas de hierro que unen las distintas piezas de esta pila. En muchos pilares de la ciudad hemos encontrado estos instrumentos de unión. Para nosotros es indicio para pensar que la pieza es original.
La fuente consiste en dos tazas circulares, la inferior de piedra de Elvira y la
superior de mármol blanco. Remata la fuente el
escudo de la Orden y una ganada abierta de la
que sale una cruz de forja. Los elementos
decorativos (angelitos y remate) están hechos
también en mármol blanco. El cambio de materiales confiere al conjunto cierto dinamismo y acentúa su hermosura y plasticidad.
El fuste adquiere la forma de pilastras ochavada abombada en la que se apoyan los cuatro angelitos. Todos están acompañados por peces y guirnaldas de flores y llevan paños de
pudor. Los putti del sur, este y oeste pisan el pez que levantan la cola. El de norte, sin embargo cambia totalmente su posición pues está erguido, con la cola hacia abajo y la cabeza apoyada en la rodilla levantada del infante. Las figuras son de muy buena calidad, apoyando medio cuerpo en la peana. Los torsos y las cabezas están totalmente exentos destacándose los cabellos rizados.
La primera pila es de Sierra Elvira, de perfil liso y borde con doble moldura. A la misma altura que los angelotes aparecen cuatro mascarones con rostros masculinos muy bien definidos que arrojan
agua por los caños de bronce colocados en sus bocas. Se aprecian con gran nitidez las facciones: pómulos marcados, bigote y barba recortados, nariz ancha, orejas grandes, ojos almendrados y arrugas en el rostro.
La mediana tiene la misma forma que el primer fuste, aunque un poco más pequeña y adornada
por sus cuatro caras con rígida hojarasca. La segunda taza es igual a la primera en forma, pero mucho más
pequeña, de mármol blanco y sin mascarones. Los caños salen directamente desde la moldura inferior.
La coronación es tripartita. Abajo sitúase un cuerpo casi esférico con rostros en bajorrelieve de donde salen los caños. En el centro aparece otra figura cúbica con el escudo de la orden labrada en cada una de sus caras y en la cúspide, una granada abierta de la que surge una cruz.
La decoración de los dos primeros cuerpos no tiene un significado concreto pero la coronación identifica directamente la obra con el entorno. Recordemos el simbolismo de la granada y, por ende del escudo que añade al fruto y la cruz una estrella que “encierra una referencia clara al brillo de la Orden en el conjunto de la iglesia católica”.
Queremos hacer notar a modo de resumen la importancia de esta
fuente con todo lo expuesto.
- Los catorce lados de su base se vinculan al simbólico número 7. Además, visualmente está más cercano al círculo que al polígono.
- El círculo en estos casos (junto con las otras dos tazas) es símbolo de perfección.
Dios es la perfección, pues no tiene principio ni fin.
- La fuente se eleva al cielo buscando la divinidad teniendo muy presente la vida del santo de la hospitalidad. Además de estar rodeado de la atmósfera hospitalaria,
sostiene orgullosa el símbolo de su fundador.
El segundo patio del Hospital también está centrado por una fuente. En esta ocasión es de escaso valor artístico como el resto del patio. Pasando el claustro, a través de una pequeña escalera se llega a este espacio porticado en sus cuatro lados por arcos de medio punto sobre pilares cuadrados. Todo el paramento está policromado con predominio de los tonos rojizos y centrando las enjutas de los arcos aparecen medallones. El segundo cuerpo ha sustituido las arcadas por grandes ventanales. La fuente es de pequeño tamaño, con base octogonal, fuste ondulado, taza de cáliz y remate en esfera de piedra y cruz de hierro. En cuatro lados alternados de la base se adosan pequeñas veneras.
Según Gallego Burín, es obra del siglo XVIII pero en la plataforma de Vico aparecen claramente establecidos los dos patios con sus respectivas fuentes.














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