La preciosa fuente de Plaza Nueva, situada en la desaparecida Rahbāt al–Hattābín nazarí y llamada en época cristiana Plaza de los Leñadores parece ser que fue colocada aquí a finales del siglo XIX, nunca hubo un espacio más bello, ni con más historia a sus espaldas y… por supuesto, más fotografiado en el mundo entero!!! Cuando te fijas, el agua que manan sus chorros, mas parecen pequeños diamantes que reflejan el sol ó la luz de las farolas por la noche. Punto de quedadas tanto para los granainos como para los foráneos es también desde donde se puede acceder al barrio del Albayzin por la Carrera del Darro y las callejuelas adyacentes y a la Alhambra por la Cuesta de Gomerez.

Los Albercones de la Alhambra conforman el sistema hidráulico de regadío de sus palacios y jardines desde la época nazarí, fue Muhammad I el que creó la primera Acequia Real tomando las aguas del rio Darro a la altura de donde se encuentra la Hacienda-Cortijo de Jesús del Valle. La mayor parte del hechizo que emana nuestra querida Alhambra la tiene el agua, también es la que ha permitido la supervivencia de ella ya que, es la que permite que la vida florezca cada día entre sus jardines haciendo que nuestra visita se convierta en algo mágico, desde que traspasas la Puerta de las Granadas y conforme vas ascendiendo, la frondosidad de su bosque , la lejanía que parece que se ha abierto entre la ciudad y tu, el sonido cantarín de las aguas de sus fuentes, cataratas y acequias te sumergen en otro mundo, de ahí el empeño que han puesto los restauradores que han pasado por ella de seguir construyendo albercas, uno de los que más se preocupo fue Torres Balbás, el más grande los restauradores que ha tenido nuestro monumento que, construyo la que lleva su nombre.

En este patio atribuido a Diego de Siloé, se encuentra esta fuente de la Real Chancillería de Granada y sede del TSJA

en los jardines de zoraya